El gobierno convalida la aceleración cambiaria

Se conocieron los datos de inflación del mes de mayo, que ascendió a 5,1% durante el último mes, y rompió una nueva barrera: la del 60% interanual, el valor más alto en los últimos 30 años. Luego del comunicado del INDEC todo indicaba una nueva suba de la tasa de política monetaria en la misma jornada, como venía ocurriendo durante los últimos meses. Sin embargo, la TNA del BCRA sigue clavada en el 49%, más de 11 puntos por debajo de la suba anual del nivel general de precios.

Durante la misma jornada, a través de la licitación de bonos del Tesoro, el gobierno logró captar el doble de recursos que en las previas, dada la suba del rendimiento. El TX23, ajustado por CER que vence en menos de un año (marzo de 2023), rinde 7,5% anual más el ajuste por inflación, lo que volvió nuevamente atractivos estos bonos respecto a los últimos diez días, en los que la tasa se había vuelto negativa.

Esta dinámica había llevado a desplomarse el mercado de bonos en pesos, y la toma de ganancias de los inversores que obtuvieron altos rendimientos durante la primera parte del año, fue a parar al dólar. En una semana, la cotización del dólar bolsa o «CCL» subió un 11%, mientras que el «blue» se incrementó por encima del 9%, lo que presionó al Tesoro a este «roll over» de deuda ajustada por inflación a una tasa en pesos más alta.

Las subas de tasas de interés por parte del Banco Central continúan dejando los rendimientos en pesos muy por detrás de la inflación. Sumado a eso, el exceso de pesos del mercado presionará más sobre el mercado cambiario (en todas sus variantes), lo que parece ser una señal de convalidación por parte del gobierno de la aceleración del ritmo de la depreciación.

Una tasa por debajo de la inflación lleva a los agentes a dolarizarse, aún descontando la alta inflación de los Estados Unidos, que alcanzó un máximo en 40 años al llegar al 8,6% anual (más de 50 puntos por debajo de la argentina). Además, desde el punto de vista del acuerdo entre el gobierno y el FMI, esta mayor demanda de dólares por parte del mercado, ayudaría a acelerar la cotización en alza de la divisa, a fin de cumplir con uno de los objetivos del plan monetario.

En este punto aparece un gran dilema al que se debe enfrentar el gobierno, ya que el mayor ritmo de depreciación provoca un cambio de precios relativos a favor de los bienes transables (exportaciones e importaciones), lo que reduce aún más los salarios reales. Además, como es sabido, la suba de tipo de cambio en parte se traslada a precios, y sumado a que se viene el ajuste de tarifas (que, por si fuera poco, también tienen un alto componente ligado al tipo de cambio, debido a la importación de energía), esto podría ser una combinación letal para los próximos meses.

Haciendo un ejercicio sencillo, si la inflación del resto del año se mantuviera en el mismo valor del mes de mayo (+5,1% mensual), en diciembre llegaría a 83,2% interanual, mientras que si la suba fuera del promedio mensual de los primeros cinco meses del año (+5,3%), a fin de año la inflación alcanzaría una suba anual del 85,6%, manteniendo las condiciones actuales (es decir, sin aceleración cambiaria, suba de tarifas, ni incremento de velocidad de circulación de dinero por cambio en expectativas de los agentes).

Vemos de esta forma que romper la barrera de las tres cifras es algo que no se ve ya tan lejano. Habrá que ver la dinámica de los mercados cambiario y monetario de las próximas semanas, cuál será el impacto de la suba de las tarifas y cómo los agentes recompondrán sus expectativas ante esta aceleración inflacionaria: no hay dudas de que la demanda de dinero continuará desplomándose, generando presiones adicionales al nivel de precios.

Mientras tanto, también hay que tener en cuenta que finaliza la temporada de liquidación de cosecha y el BCRA no ha podido incrementar las reservas, lo que complica el panorama de los pagos internacionales para el resto del año, una señal psicológica muy fuerte.

Por último, a modo de cierre, aunque no completa el análisis de manera exhaustiva, aún cuando el BCRA decida subir la tasa de interés hasta 1000 o 1500 pb (que se descarta no lo hará), llegará un límite psicológico en el que la tasa de interés dejará de funcionar como ancla de expectativas y corrida al dólar, con la consecuente aceleración en la suba del nivel de precios. El peso ha dejado de cumplir las funciones del dinero, y el gobierno se ha encargado de acelerar su triste (pero anunciado) final, que más tarde o más temprano llegará.

Publicado en La Política Online

Suba de tasas de interés en EEUU: cómo impacta en la economía argentina y el precio del dólar

Este miércoles, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) subió la tasa de interés 0,75 puntos porcentuales, la mayor alza desde 1994 y lleva las tasas de referencia a un rango de 1,5-1,75%. El organismo también aumentó su pronóstico de inflación para 2022 a 5,2% y recortó su previsión de crecimiento a 1,7%.  

Además se tomó la decisión de acelerar los ajustes previstos para los próximos meses, con lo cual llegaría a 3,4% a fines de 2022 y a 3,8% en 2023.

La onda expansiva de esta decisión tiene impacto directo sobre los países emergentes, ya que los inversores desmantelan sus posiciones en ellos y, ante la incertidumbre global buscan refugio en plazas de mayor seguridad económica. La decisión de la autoridad monetaria estadounidense llega en un momento delicado en la economía argentina.

Eliana Scialabba, Directora Ejecutiva del Centro de Estudios Económicos Argentina XXI (CEEAXXI) comentó a PERFIL que «la suba de la tasa de interés de EEUU es un factor externo negativo para la Argentina, especialmente por la salida de capitales, que puede acelerarse”.

“Lo que podemos esperar es una menor entrada de dólares o, en su defecto, una aceleración en la salida, y más aún en contexto desfavorable por la caída de los bonos argentinos. Probablemente esto impacte también en el dólar, empujando hacia una nueva aceleración en el tipo de cambio», comentó Scialabba.

Y agregó: «El otro frente es el problema en la acumulación de reservas que puede generar esto, debido a que podría impedir cumplir con las metas con el FMI. Es una noticia en general negativa dentro de un contexto macroeconómico negativo. Si otro fuera nuestro escenario, el impacto sería distinto».

Nota completa publicada el 15/6/2022 en Perfil

Libre comercio, la clave para integrarnos al mundo

Argentina cuenta con un gran potencial para desarrollarse, tanto desde el punto de vista productivo, como así también desde los servicios que tiene para ofrecer al mundo. Sin embargo, los políticos, con el afán extractivista de su restricción de presupuesto de horizonte temporal corto, no hacen más que tratar de sacarle lo máximo posible a los sectores generadores de divisas, para mantener una enormidad de sectores y personas improductivas.

En este artículo analizaremos brevemente el rol de la libertad económica en el mundo, como potenciadora del crecimiento del PIB per cápita, y como este a su vez se relaciona con una mayor participación de las exportaciones en el producto nacional. Luego presentaremos una síntesis de la situación del agro y las retenciones a las exportaciones, y los efectos positivos que tendría el aparato productivo dada una quita de estas, para luego enfocarnos en el sector de servicios, donde desarrollaremos sucintamente el potencial de la exportación de turismo y el desarrollo de la economía del conocimiento y la innovación. Por último, presentaremos las consideraciones finales a las que arribamos al finalizar el informe.

Libertad económica y comercio en el mundo

De acuerdo con Maddison (1994)[1], durante los últimos mil años la población se multiplicó por 22, mientras que el PIB per cápita en torno a 300 veces. Sin embargo, el gran despegue se dio a partir de 1820, y se atribuye a la aceleración de la productividad, como consecuencia del progreso tecnológico, como así también a la acumulación de capital físico y humano.

Sin embargo, también han sido importantes los cambios en las relaciones entre los países en torno al intercambio de bienes y servicios, dado que en torno a 1850 se removieron los aranceles y se liberó la navegación, y recién se volvió al proteccionismo durante las Guerras Mundiales. Hoy en día, nuevamente el mundo se ha cerrado de manera parcial, no obstante, es un mundo mucho más abierto que el previo a hace un siglo y medio.

Existen muchos mitos creados y repetidos en contra del libre comercio. No obstante, cuando analizamos la dinámica productiva y comercial de los países que más crecen, notamos que es indispensable para el crecimiento del aparato productivo la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC) con las regiones más dinámicas del mundo. Esto permitirá que la producción interna se coloque en mercados externos, y también nos proveerá de bienes exportados con menores precios que los internos, ayudando a estabilizar el nivel de precios.

Los detractores del libre comercio afirman que esos tratados destruyen las economías de los países periféricos que los firman. No obstante, podemos observar que, en el caso de Indonesia, que cerró un TLC en 2010, un año antes del acuerdo, cerró el 2009 con un PIB de 538 mil millones de dólares. En 2018 el PIB ascendía a 1,02 billones de dólares. Lejos de ver arruinada su economía, su PIB per cápita aumentó en esos años 57%. Otro caso es el de Singapur, que ha firmado varios tratados, cerraba el 2009 con un PIB de 192 mil millones de dólares, en 2021, tenía un PIB de 390 mil millones y un PIB per cápita un 65% superior. En América Latina, Chile ha firmado TLC y su PII se multiplicó por más de 2 veces entre 2006 y 2019.

Asimismo, a partir de una muestra de 36 países del mundo para 2021, se observa en el gráfico que existe una relación positiva entre en PIB per cápita y la libertad económica, como así también con la participación de las exportaciones en el PIB.

Por un lado, los países con mayor PIB per cápita son aquellos con mayor libertad económica, lo que además de libre comercio incluye otros indicadores como menores niveles de burocracia, tamaño del Estado, impuestos y regulaciones y mayor independencia de poderes y de instituciones autárquicas, entre otros. Por otra parte, los países que más exportan respecto a su PIB total son aquellos que además cuentan con un mayor PIB per cápita. De esta manera, podemos ver a los países que se encuentran en el extremo derecho, como aquellos que se hallan en un circulo virtuoso de libertad económica, intercambio con el mundo y crecimiento, mientras que otros, entre los que se encuentra Argentina, se ubican en el extremo izquierdo, y lo que aquí se desarrolla es todo lo contrario, un circulo vicioso.

Agro: restricciones a las exportaciones y potencialidades del sector

Argentina ostenta un lugar entre el club de países que cobra retenciones a las exportaciones, acompañando a Indonesia, Rusia, Irán y Tanzania, entre otros. Habría que preguntarse cuántos de estos países se la pasan hablando sobre fomentar las exportaciones.

La agroindustria siempre fue la variable de ajuste desde finales del siglo XIX. Siempre fue la caja a la que se acudió para salir de apuros en la recaudación o cuando se intentaba proteger a un sector para sustituir importaciones. Sólo el gobierno de Carlos Menem y Domingo Cavallo eliminó casi totalmente estos aranceles, que fueron restaurados en el año 2002. Desde ese momento hasta finales del 2021, el Estado le retuvo al agro argentino 76 mil millones de dólares. Es decir, casi 11 millones de dólares por día.

Tener retenciones o no, no es algo neutral. Eliminar las retenciones eleva la rentabilidad del sector. Por supuesto no se puede pensar que esta suba en la rentabilidad no tendría su correlato en la producción. Si el incremento de la producción de soja eliminando las retenciones fuera similar al evidenciado cuando se eliminaron las retenciones al maíz y al trigo a finales de 2015, la producción subiría de 45 millones de toneladas en 2021 a 79,8 millones de toneladas. A precios actuales, es un incremento en divisas liquidadas extra de 20 mil millones de dólares.

Servicios: turismo, economía del conocimiento e innovación

Construir un país verdaderamente federal requiere que todo el territorio esté conectado y que existan infraestructura y recursos modernos y competitivos. Desgraciadamente, como ocurre en otras actividades, Argentina frena a esta actividad, con impuestos y regulaciones que no le permiten alcanzar su potencial.

Si bien la exportación de servicios turísticos abre varias aristas, es imperativo iniciar con una política de “cielos abiertos”, que implique una decisión de Estado de permitir una liberación total del transporte aéreo. Dichos convenios permiten que los derechos de tráfico aéreo entre países firmantes cuenten con un servicio sin restricciones de las aerolíneas en ambos lados, por lo que resulta inviable pretender impulsar esta actividad si el Estado inclina la balanza a favor de uno de los jugadores, tal como el caso de Aerolíneas Argentinas, que en 2019 generó un déficit de 1.500 millones de dólares.

En tanto, en la economía del conocimiento, la clave está en utilizar la información para la generación de valor y riqueza transformándola en conocimiento. La información sola no vale nada, solo cuando esta se integra en un conocimiento aparece el valor. Y en un mundo tan dinámico y cambiante, estos sectores son las primeras líneas de generación del valor.

De acuerdo con cifras del Ministerio de Producción, los servicios basados en conocimiento concentran el 12% de las empresas del país (más de 73.000) y el 13% del empleo registrado privado (más de 860.000 trabajadores). Además, es el cuarto complejo exportador (6.900 millones de dólares en 2018); mientras que la industria aeroespacial genera 3.400 puestos de trabajo, la industria 4.0 que se basa en la incorporación de nuevas tecnologías como robótica avanzada, inteligencia artificial, big data, internet de las cosas (IoT) e impresión 3D generó en 2018 más de 230.000 empleos directos y 520.000 empleos indirectos.

Luego de la pandemia del Covid19, y la proliferación de trabajo remoto, estos valores se han disparado, sin embargo, no podemos contabilizarlos dado que parte importante de los mismos se encuentran fuera del servicio formal, dadas las restricciones impuestas por el gobierno.

Conclusión

Cerrar las economías no beneficia a la población. Hay sobrados ejemplos a lo largo de la historia, siendo Argentina uno de ellos. Por supuesto que se deben avanzar en paralelo con reformas que les permitan a los productores locales competir, como bajar drásticamente los impuestos, reformar las leyes laborales arcaicas y dotar al país de reglas de juego claras. Sin embargo, no fomentar el libre comercio, sólo lleva a más pobreza, más decadencia, menos innovación y menos progreso. Abrir las economías es importar conocimiento, lo que potencia al capital humano, factor clave para crecer en el largo plazo. Se debe avanzar sin ideologías en el comercio, dado que la población crece, y necesita cada vez más alimentos, mientras que la velocidad de digitalización de la economía avanza a pasos agigantados, y con ella la demanda de servicios basados en el conocimiento, reforzando el potencial exportador.

[1] Madisson, A., (1994), “Economic Growth and Standards of Living in the Twentieth Century”

Escrita con Jeremías Morlandi para NetNews y Desafío Exportar